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viernes, 1 de agosto de 2014

John Dee

John Dee (13 de julio de 1527 – finales de 1608 o principios de 1609) fue un notorio matemático, astrónomo, astrólogo, ocultista, navegante, imperialista y consultor de la reina Isabel I. Dedicó gran parte de su vida al estudio de la alquimia, la adivinación y la filosofía hermética.

Dee incursionó en los mundos de la ciencia y de la magia tal y como estaban siendo distinguidos. Uno de los hombres más eruditos de su época, fue invitado a disertar sobre álgebra avanzada en la Universidad de París, mientras aun no superaba la veintena. Dee fue un ardiente promotor de las matemáticas y un respetado astrónomo, así como un destacado experto en navegación, habiendo adiestrado a muchos de aquellos que llevarían a cabo los viajes de descubrimiento ingleses. En uno de los numerosos tratados que Dee escribió en los años 1580 alentando las expediciones exploratorias británicas en busca del Paso del Noroeste, parece haber acuñado (o al menos introducido en imprenta) el término "Imperio británico".

Simultáneamente a estos esfuerzos, Dee se sumergió en los mundos de la magia, la astrología y la filosofía hermética. Dedicó mucho tiempo y esfuerzo en los últimos treinta años de su vida a tratar de comunicarse con los ángeles a fin de aprender el lenguaje universal de la creación y lograr la unidad de preapocalíptica de la humanidad. Estudiante del neoplatonismo renacentista de Marsilio Ficino, Dee no dibujó distinciones entre su investigación matemática y su estudio de la magia hermética, la invocación de ángeles y la adivinación. Consideró sin embargo que todas sus actividades constituían diferentes facetas de la misma búsqueda: la indagación de una comprensión trascendente de las formas divinas que subyacen al mundo visible, que Dee llamó "verdades puras".

El alto estatus de Dee como erudito también le permitió desempeñar un papel en la política isabelina. Sirvió como asesor ocasional y tutor de Isabel I y cultivó relaciones con sus ministros Francis Walsingham y William Cecil. Dee también instruyó y disfrutó de relaciones de patronazgo con Sir Philip Sidney, su tío Robert Dudley, I conde de Leicester y Edward Dyer. También disfrutó del patronazgo de Sir Christopher Hatton.

A lo largo de su vida Dee acumuló la biblioteca más grande en Inglaterra y una de las más grandes en Europa.



Reputación y relevancia




Unos diez años después de la muerte de Dee, el anticuario Robert Cotton compró tierras alrededor de la casa de Dee y comenzó a cavar en busca de papeles y artefactos.

Descubrió varios manuscritos, sobre todo los registros de las comunicaciones angelicales de Dee. El hijo de Cotton entregó estos manuscritos al estudioso Méric Casaubon, quien los publicó en 1659, junto con una larga introducción crítica de su autor, A True & Faithful Relation of What passed for many Yeers between Dr. John Dee (A Mathematician of Great Fame in Q. Eliz. and King James their Reignes) and some spirits. Al ser la primera revelación pública de las conferencias espirituales de Dee, el libro fue sumamente popular y se vendió rápidamente. Casaubon, quien creía en la realidad de los espíritus, argumentó en su introducción que Dee estaba actuando como instrumento involuntario de malos espíritus cuando creía que se estaba comunicando con ángeles. Este libro es en gran parte responsable de la imagen, frecuente durante los dos siglos y medio siguientes, de Dee como un crédulo y fanático engañado.

Alrededor del mismo tiempo en que fue publicado True and Faithful Relation, miembros del movimiento rosacruz reclamaron a Dee como uno de sus afiliados. Existe la duda, sin embargo, de que un movimiento rosacruz organizado existiese en vida de Dee, y no hay evidencia de que alguna vez perteneciera a alguna fraternidad secreta. La reputación de Dee como mago y la vívida historia de su asociación con Edward Kelly han hecho de él una figura aparentemente irresistible para fabulistas, escritores de novelas de terror y magos modernos. El incremento de información falsa y a menudo fantástica sobre Dee oscurece los hechos de su vida, notables en sí mismos.

Una reevaluación del carácter e importancia de Dee tuvo lugar en el siglo XX, en gran parte como resultado del trabajo de la historiadora Frances Yates, quien trajo un nuevo enfoque sobre el papel de la magia en el Renacimiento y el desarrollo de la ciencia moderna. Como resultado de esta reevaluación, Dee es visto actualmente como un estudioso serio y apreciado como uno de los hombres más cultos de su época.

Su biblioteca personal en Mortlake fue la más grande en el país, y fue considerada una de las mejores en Europa, quizás sólo superada por la de Jacques Auguste de Thou.

Además de ser asesor astrológico y científico de Isabel y su corte, fue un temprano defensor de la colonización de América del Norte y un visionario de un Imperio Británico extendiéndose por el Atlántico Norte. El término "Imperio Británico" es de hecho invención propia de Dee.

Dee promovió las ciencias de la navegación y la cartografía. Estudió en estrecha colaboración con Gerardus Mercator, y poseyó una importante colección de mapas, globos e instrumentos astronómicos. Desarrolló nuevos instrumentos así como técnicas especiales de navegación para su uso en las regiones polares. Dee sirvió como asesor de los viajes de descubrimiento ingleses, y seleccionó pilotos personalmente y los entrenó en la navegación.


Elementos de Euclides.

Creía que las matemáticas (que entendió místicamente) eran centrales para el progreso del aprendizaje humano. La posición central de las matemáticas en la visión de Dee hace de él hasta tal punto más moderno que Francis Bacon, aunque algunos estudiosos creen que Bacon restó importancia deliberadamente a las matemáticas en la atmósfera antiocultista del reinado de Jacobo I. Cabe señalar, sin embargo, que el entendimiento de Dee del papel de las matemáticas es radicalmente diferente de nuestro punto de vista contemporáneo.









Elementos de Euclides




La promoción de las matemáticas de Dee fuera de las universidades fue un logro práctico perdurable. Su "Prefacio matemático" a Euclides tuvo la intención de promover el estudio y aplicación de las matemáticas a aquellos sin una educación universitaria, y fue muy popular e influyente entre los "mecanicistas": la nueva y creciente clase de especialistas técnicos y artesanos. El prefacio de Dee incluyó demostraciones de los principios matemáticos que los lectores podrían realizar por sí mismos.

Dee fue amigo de Tycho Brahe y estuvo familiarizado con el trabajo de Nicolaus Copernicus. Muchos de sus cálculos astronómicos estuvieron basados en hipótesis copernicanas, pero nunca adoptó abiertamente la teoría heliocéntrica. Dee aplicó la teoría copernicana al problema de la reforma del calendario. Sus sólidas recomendaciones no fueron aceptadas, sin embargo, por razones políticas.

Ha sido asociado a menudo con el Manuscrito Voynich. Wilfrid M. Voynich, quien compró el manuscrito en 1912, sugirió que Dee pudo haber sido dueño del manuscrito y haberlo vendido a Rodolfo II. Los contactos de Dee con Rodolfo fueron sin embargo mucho menos extensos de lo que había sido pensado previamente, y los diarios de Dee no muestran evidencia de la venta. Dee fue conocido, sin embargo, por haber poseído una copia del Libro de Soyga, otra obra encriptada.

A petición de Isabel I Dee abrazó el viejo mito galés del 'Príncipe Madog' para reclamar norteamérica. La conocida historia hablaba de un joven príncipe galés que descubrió América en 1170, más de trescientos años antes del viaje de Cristóbal Colón en 1492. El hecho fue que Isabel I tuvo poco interés en el Nuevo Mundo y las esperanzas de Dee fueron prematuras.






Artefactos

El Museo Británico posee varios objetos pertenecientes a Dee relacionados con las conferencias espirituales:

El espéculo o espejo de Dee (un objeto de culto azteca de obsidiana con forma de espejo de mano, traído a Europa a finales de la década de 1520), que una vez perteneció a Horace Walpole.

Los pequeños sellos utilizados para soportar las patas de la "mesa de práctica" de Dee (mesa en la que se realizaba la visión).

El "Sello de Dios".El voluminoso, elaboradamente decorado "Sello de Dios" de cera, usado para soportar la "piedra que muestra", la bola de cristal utilizada para la visión.








El "Sello de Dios"





Un amuleto de oro grabado con una representación de una de las visiones de Kelly.

Un globo de cristal, de seis centímetros de diámetro. Este artículo permaneció inadvertido durante muchos años en la colección mineral; posiblemente perteneció a Dee, pero la procedencia de este objeto es menos certera que la de los otros.

En diciembre de 2004, tanto una "piedra que muestra" (una piedra utilizada para la visión) perteneciente con anterioridad a Dee como una explicación de su uso de mediados de la década de 1600 escrita por Nicholas Culpeper fueron robadas del Museo de Ciencias de Londres; fueron recuperadas poco tiempo después.



                                                                         





John Dee - Los Libros Condenados






La palabra magia, evoca una de las habilidades más incomprendidas y menos estudiadas, que remonta su origen a los inicios de nuestra Humanidad. La historia registra los nombres de aquellos personajes, que demostraron conocimientos sobre algunos campos ocultos, y prohibidos, asombrando a sus contemporáneos, y que se tenían como un saber olvidado, cultivado en soledad, así como el seno de ciertas órdenes secretas.


Uno de los nombres que trascendió en esta disciplina fue John Dee, figura legendaria dentro del ocultismo, además de ser uno de los últimos representantes de la magia ceremonial que más tarde influenciaría a la Golden Dawn, que en los comienzos del siglo XX retomaría las enseñanzas legadas por Dee. La carrera de este mago, se desarrolló durante el reinado de Isabel I de en la Inglaterra en las postrimerías del siglo XV.

Dee fue una mente brillante, y uno de los hombres más atrayentes de su época. Inventor, geógrafo, alquimista, además de un extraordinario estudioso, lo convierten en una figura clave y digna de profundizar, sin embargo deseamos extendernos en uno de los capítulos más enigmáticos de su vida, cuya información consideramos vital, donde mundo subterráneo, viaje en el tiempo, entidades dimensionales, además de idioma angélico, es una puerta abierta a los misterios que aún siguen dominando el recién iniciado siglo XXI. ¿Fue Dee un precursor en estos campos?


Decida el lector.



LO QUE VIO JOHN DEE EN EL ESPEJO NEGRO -Los Libros Condenados - Jacques Bergier. Cap. V.












Como el abad Tritemo, John Dee existió en realidad. Nació en 1527 y murió en 1608. Y su vida fue tan extraordinaria que los novelistas la han descrito mejor, en obras de imaginación, que la mayoría de sus biógrafos. Estos novelistas son Jean Ray y Gustav Meyrmk. Matemático distinguido, especialista en clasicismo, John Dee concibió la idea de un meridiano básico: el meridiano de Greenwich. Llevó a Inglaterra, después de descubrirlos en Lovaina, dos de los globos terráqueos de Mercator, así como instrumentos de navegación. De este modo contribuyó a la iniciación de la expansión marítima de Inglaterra.


Por esto alguien ha dicho -yo no comparto esta opinión- que John Dee fue el primero que hizo espionaje industrial, pues llevó a Inglaterra, por cuenta de la reina Isabel, unos poderosos secretos de navegación y de fabricación. Fue, ciertamente, un científico de primer orden, al mismo tiempo que especialista en literatura clásica, y exponente de la transición entre dos culturas que en el siglo XVI, no estaban tal vez tan separadas como en la actualidad.


Pero fue también algo más, según veremos a continuación. En el curso de sus brillantes estudios en Cambridge, empezó, desgraciadamente para él, a fabricar robots, entre ellos un escarabajo mecánico que soltó durante una representación teatral y que sembró el pánico entre el público. Expulsado de Cambridge por brujería, se marchó a Lovaina en 1547. Allí entabló relación con Mercator. Se hizo astrólogo y se ganó la vida haciendo horóscopos; después, fue detenido por conspiración mágica contra la vida de la reina María Tudor. Más tarde, Isabel le sacó de la cárcel y le encargó misiones misteriosas en el continente.


Se ha dicho con frecuencia que su visible pasión por la magia y la brujería no era más que una «pantalla» de su verdadera profesión: el espionaje. Yo no estoy muy convencido de ello.


En 1563, encontró en una librería de Amberes un manuscrito, probablemente incompleto, de la Esteganografía de Tritemo. La completó y parece que descubrió un método casi tan eficaz como el del propio Tritemo.


Mientras publicaba la primera traducción inglesa de Euclides y estudiaba, en interés del Ejército inglés, la utilización militar de lentes y telescopios, continuó sus estudios sobre la Esteganografía. Y, el 25 de mayo de 1581, éstos superaron todas sus esperanzas.










Se le apareció un ser sobrehumano, o al menos no humano, rodeado de luz. John Dee lo llamó ángel, para simplificar. Este ángel le entregó un espejo negro, que aún se conserva en el «British Museum». Es un pedazo de antracita, extraordinariamente pulimentado. El ángel le dijo que, mirando este cristal, vería otros mundos y podría establecer contacto con inteligencias distintas de la del hombre, idea que resulta singularmente moderna. El anotó las conversaciones que sostuvo con estos seres no humanos, y cierto número de ellas fueron publicadas en 1659 por Meric Casaubon, con el título de A true and faithfull relation of what passed betwen Dr. John Dee and some spirits (Verídico y fiel relato de lo que pasó entre el doctor John Dee y unos espíritus).


Otras conversaciones permanecieron inéditas, y sus manuscritos se encuentran en el «British Museum».


La mayor parte de las notas tomadas por John Dee y los libros que estaba preparando fueron, como vamos a ver, destruidos. Sin embargo, nos quedan elementos suficientes para que podamos reconstituir la lengua que hablaban aquellos seres y que Dee llamaba lengua enoquiana.


Esta, o bien la primera lengua sintética, o bien la primera lengua no humana de que tenemos conocimiento. Es, en todo caso, una lengua completa, con su alfabeto y su gramática. Entre todos los textos en lengua enoquiana que se conservan, hay algunos que se refieren a matemáticas más avanzadas que las de la época en que vivió John Dee.


La lengua enoquiana constituyó la base de la doctrina secreta de la famosa sociedad de la Golden Dawn, a. finales del siglo XIX.












Dee advirtió muy pronto que no conseguía recordar las conversaciones que sostenía con sus extraños visitantes. En aquellos tiempos, no existía ningún aparato para el registro mecánico de la palabra. Si hubiese podido disponer de un fonógrafo o de un magnetófono, el destino de Dee, o tal vez el del mundo, habría sido muy distinto.


Desgraciadamente, Dee tuvo una idea que le llevó a su perdición. Sin embargo, era perfectamente racional: encontrar alguien que contemplase el espejo mágico y hablase con los extraterrestres mientras Dee tomaba notas. En principio, la idea era sencilla. Desgraciadamente, los dos visionarios reclutados por Dee, Barnabas Saul y Edward Talbott, resultaron ser unos canallas de la peor calaña. Se libró con bastante rapidez de Saul, que parece haber sido un espía a sueldo de sus enemigos. En cambio, Talbott, que cambió su nombre por el de Kelly, permaneció aferrado a él. Tan aferrado que arruinó a Dee, sedujo a su esposa, los paseó por Europa, con el pretexto de hacer de él un alquimista, y acabó por destrozar completamente su vida. Dee murió en 1608, arruinado y absolutamente desacreditado. El rey Jacobo 1, que había sucedido a Isabel, le negó una pensión, y Dee murió en la miseria. Nuestro único consuelo es pensar que Talbott, alias Kelly, murió en febrero de 1595, cuando trataba de evadirse de una cárcel de Praga. Como era muy alto y estaba demasiado gordo, la cuerda que había confeccionado se rompió, el hombre cayó y se fracturó las piernas y los brazos. Justo final de uno de los perdularios más siniestros que recuerda la Historia.


A pesar de la protección de Isabel, continuó la persecución contra Dee, cuyos manuscritos' fueron robados, así como buena parte de sus notas.


Reconozcamos que, si se vio reducido a la miseria, lo había merecido en parte. En efecto: después de decirle a la reina Isabel que era alquimista, le pidió ayuda financiera. Isabel de Inglaterra le respondió, con buena lógica, que, si sabía fabricar oro, éste debía bastarle para cubrir sus necesidades. Por último, John Dee se vio obligado, para vivir, a vender su inmensa biblioteca, y su muerte se debió en parte al hambre.


La Historia ha conservado sobre todo los inverosímiles episodios de sus aventuras con Kelly, que son realmente pintorescas. Allí aparece por primera vez, y en particular, el intercambio de mujeres que se ha hecho actualmente tan popular en los Estados Unidos.


Pero estas escenas de Epinal oscurecen el verdadero problema, que es el de la lengua enoquiana, el de los libros del doctor John Dee que no pudieron publicarse jamás.












Jacques Sadoul, en su obra El tesoro de los alquimistas, refiere muy bien el aspecto propia mente alquímico de las aventuras del doctor Dee y de Kelly. Remito a ella al lector interesado.


Volvamos al lenguaje enoquiano y a sus consecuencias. Y hablemos ante todo de la persecución de que fue víctima John Dee, desde que empezó a anunciar que publicaría sus conversaciones con unos «ángeles» no humanos. En 1597, aprovechando su ausencia, unos desconocidos excitaron a la chusma, que asaltó su casa. Cuatro mil obras raras y cinco manuscritos desaparecieron definitivamente, y numerosas notas fueron quemadas. Después, a pesar de la protección de la reina de Inglaterra, prosiguió la persecución. Por último, el hombre destrozado desacreditado, como lo será más tarde Madame Blavatsky, murió, a los 81 años, en 1608 en Mortlake. Una vez mas, la conspiración de los «Hombres de Negro» pareció haber triunfado.


La excelente enciclopedia inglesa, Man, Myth and Magic, observa acertadamente en su artículo sobre John Dee que: «Aunque los documentos sobre la vida de Dee son abundantes, no se ha hecho gran cosa para explicarlo y para Interpretarlo> Esto es perfectamente cierto.


En cambio no faltan las calumnias contra Dee. En las épocas supersticiosas se afirmó que practicaba la magia negra. En nuestra, época racionalista se afirma que era un espía, que practicaba la alquimia y la magia negra para disimular sus verdaderas actividades. Esta tesis es la sostenida por la enciclopedia inglesa que acabamos de citar.


Sin embargo, si examinamos los hechos, vemos ante todo un hombre muy dotado, capaz de trabajar veintidós de las veinticuatro horas del día, lector rapidísimo y matemático práctico de primer orden. Además, construye autómatas y es especialista en óptica, y sus aplicaciones militares, así como en Química.














Es posible que fuese también ingenuo y crédulo. La historia de Kelly lo demuestra. Pero no hay que excluir la posibilidad de que hiciese un descubrimiento muy importante tal vez el más importante de toda la historia de la Humanidad. Me parece muy posible que Dee estableciese contacto por telepatía, clarividencia o cualquier otro medio parapsicológico, con seres no humanos. Era natural, dada la mentalidad de la época, que atribuyese a aquellos seres un origen angélico, más que hacerlos venir de otro planeta o de otra dimensión. Pero comunicó lo bastante con ellos para aprender una lengua no humana.


La idea de inventar una lengua completamente nueva no corresponde a la época de Dee, y tampoco concuerda con su mentalidad. Sólo mucho más tarde, inventará Wilkins la primera lengua sintética. El lenguaje enoquiano es absolutamente completo y no se parece a ninguna lengua humana.


Desde luego, es posible que Dee la sacase íntegramente de su subconsciente o del inconsciente colectivo, pero esta hipótesis es casi tan fantástica como la de la comunicación con seres extraterrestres., Por desgracia, a partir de la intervención de Kelly, las conversaciones son visiblemente amañadas. Kelly las inventa de cabo a rabo y hace decir a los ángeles o a los espíritus lo que le conviene. Y, desde el punto de vista de la inteligencia y de la imaginación Kelly estaba poco dotado. Poseemos notas sobre una conversación en la que pide a un «espíritu» que le preste cien libras esterlinas, a devolver en quince días.


En cambio, antes de conocer a Kelly, Dee había publicado un libro extraño: La Mónada jeroglífica. Había trabajado siete años en este libro, pero, cuando leyó la Esteganografía lo terminó en doce días. Un hombre de Estado de su tiempo, Sir William Cecíl, declaró que «los secretos que se encuentran en La Mónada jeroglífica son de la mayor Importancia para la seguridad del reino».













Naturalmente, se ha querido relacionar estos secretos con la criptografía, cosa que es bastante probable. Pero me parece excesivo que se quiera hacer depender del espionaje todo lo referente a John Dee, pues los alquimistas y los magos utilizaban mucho la criptografía, en formas más complejas que las empleadas por los espías. Yo me sentiría más inclinado a tomar a Dee al pie de la letra y pensar que, por una especie de autohipnotismo producido por un espejo, o por otras manipulaciones, consiguió franquear una barrera entre los planetas o entre las dimensiones.


Desgraciadamente, Y según confiesa él mismo, estaba desprovisto por completo de dotes paranormales. Dio un mal paso al contratar a unos «médíums», y la cosa terminó en desastre.








Por lo demás, un desastre provocado, explotado multiplicado por los «Superiores», que no querían que publicase lisa y llanamente lo que había dicho en clave en La Monada jeroglífica. La persecución de Dee empezó en 1587 y no terminó hasta su muerte. Esta persecución tuvo también lugar en el continente, donde el rey de Polonia y el emperador Rodolfo II recibieron mensajes de advertencia «de los espíritus» contra Dee, y donde el nuncio del Papa presentó al emperador Rodolfo, el 6 de mayo de 1586, un documento en el que se-acusaba a Dee de nigromancia.


Fue un hombre desanimado el que regresó a Inglaterra, negándose a publicar sus obras, y que murió siendo rector del «Colegio de Cristo» en Manchester, cargo que ejerció desde 1595 hasta 1605 y que, según parece, no le dió muchas satisfacciones.


Digamos, a propósito de este cargo, que existe un problema que no ha sido resuelto. Aproxímadamente en la misma época, el zar de Rusia invitó a John Dee a trasladarse a Moscú, en calidad de consejero científico. Percibiría un salario de dos mil libras esterlinas al año, enorme cantidad equivalente a unas doscientas mil libras actuales, dispondría de una mansión señorial y disfrutaría de una posición que, según la carta del zar, «debía hacer de él uno de los hombres más importantes de Rusia». Sin embargo, John Dee rehusó. ¿Se opuso, quizás, Isabel de Inglaterra? ¿O bien fue objeto de amenazas?

No lo sabemos, pues los documentos son demasiado vagos. En todo caso, las numerosas calumnias según las cuales Dee, completamente dominado por Kelly, había recorrido el continente esquilmando, uno tras otro, a los príncipes y a los ricos, no pueden sostenerse si se tiene en cuenta esta negativa. Tal vez temió que el zar le obligase a poner en práctica los secretos que había descubierto, para asegurar a Rusia la dominación del mundo.


Sea de ello lo que fuere, Dee se nos presenta como un hombre que recibió la visita de seres no humanos, que aprendió su lengua y que trató de establecer con ellos una comunicación regular. El caso es absolutamente único, sobre todo tratándose de un hombre del valor intelectual de John Dee,


Desgraciadamente, nada podemos deducir partiendo de lo que nos legó Dee, sobre el lugar donde moraban estos seres, ni sobre su naturaleza física. Dice, simplemente, que son telépatas y que pueden viajar en el pasado y en el futuro. Es la primera vez, que yo sepa, que se formula la Idea del Viaje en el tiempo.


Dee esperaba aprender de estos seres todo el conjunto de las leyes naturales, todo el desarrollo futuro de las matemáticas. No se trataba, pues, de nigromancia, ni siquiera de espiritualidad. Dee adoptaba la posición del sabio que quería descubrir secretos, secretos cuya naturaleza era esencialmente científica. Él mismo se calificaba, en todo momento, de filósofo matemático.


La mayor parte de las notas desaparecieron en el incendio de su casa; otras fueron destruidas. en varias ocasiones, por personas muy distintas. Nos quedan algunas alusiones contenidas en La verdadera relación de Casaubon y en ciertas notas que aún se conservan. Estas indicaciones son sumamente curiosas. Dee afirma, en particular, que la proyección de mercator no es más que una primera aproximación. Según él, la Tierra no es exactamente redonda, o, al menos, está compuesta de varias esferas superpuestas, alineadas a lo largo de otra dimensión.


Entre estas esferas, habría puntos o más bien superficies de comunicación, y, de este modo, GroenIandia se extendería en el infinito sobre otras tierras diferentes de la nuestra. Por esto, insistía Dee en varias instancias dirigidas a la reina Isabel, convenía que Inglaterra se apoderase de Groenlandia, para tener en sus manos la puerta de otros mundos.


Otra indicación: las matemáticas estaban solamente en su principio, y se podía ir mucho más lejos que Euclides, el cual, hay que recordarlo, fue traducido por primera vez al inglés por Dee. Éste tenía toda la razón al afirmar esto, y las geometrías no euclidianas que debían aparecer más tarde confirman su punto de vista.


Es posible, dice también John Dee, construir máquinas totalmente automáticas que realicen todo el trabajo del hombre. Esto, añade, ha sido ya realizado en otra parte, en 1585 ... Ojalá supiésemos dónde.


Insiste también en la importancia de los números y en la considerable dificultad de la aritmética superior. Una vez más, tiene razón. La teoría de los números ha resultado ser la rama más difícil de las matemáticas, mucho más que el álgebra o la geometría.


Es muy importante, observa John Dee, estudiar los sueños, que revelan, a la vez, nuestro mundo interior y mundos exteriores. Este punto de vista, perfectamente jungiano, le sitúa muy por delante de su época. Es esencial, advierte también, ocultar a las masas secretos que pueden ser sumamente peligrosos. Aquí encontramos otra idea moderna. Como la encontramos en el tema permanente del Diario de Dee, a saber, que se pueden conseguir facultades perfectamente naturales e ilimitadas con el conocimiento de la Naturaleza, pero que se necesita gastar mucho dinero en la investigación.


Para tener este dinero buscó la protección de los grandes e intentó fabricar oro. No consiguió ninguna de ambas cosas. Si hubiese podido encontrar un mecenas, habría cambiado el mundo.


Entre las personas a quienes conoció ¿se encontraba William Shakespeare (1564-1616)? Me inclino a creer que sí. Cierto número de críticos shakespearianos están de acuerdo en admitir que John Dee es el original del personaje Próspero, de La Tempestad. En cambio, todavía no ha habido, que yo sepa, antishakespearianos lo bastante locos pata imaginar que la obra de Shakespeare fue escrita por John Dee. Sin embargo, Dee me parece un candidato mejor que Francis Bacon a este respecto.


A propósito, no puedo resistir la tentación de citar una teoría del humorista inglés A. A. Milne. Según él, Shakespeare no escribió solamente su propia obra, sino también Novum Organum, por cuenta de Francis Bacon, ¡que era completamente analfabeto! Esta teoría enfureció a los baconianos, es decir, a los que sostienen que Francis Bacon escribió la obra de Shakespeare.


Liquidemos de pasada otra leyenda: John Dee no tradujo jamás el libro condenado, el Necronomicón de Abdul Al Azred, por la sencilla razón de que esta obra no ha existido nun¬ca. Pero, como dice acertadamente Lin Carter, si el Necronomicón hubiese existido, Dee habría sido, evidentemente, el único hombre capaz de procurárselo y de traducirlo.


Desgraciadamente, el Necronomicón fue inventado de cabo a rabo por Lovecraft, el cual me lo confirmó en una carta. Es una lástima.


La piedra negra, procedente de otro universo, recogida en primer lugar por el conde de Peterborough y, después, por Horace Walpole, se halla actualmente en el «British Museum». Este no permite que se utilice ni que sea sometida a ciertos análisis. Es una decisión lamentable. Pero si los análisis del carbono que compone esta piedra diesen una forma isotópica distinta de la del carbono terrestre, demostrando que la piedra viene de otra parte, todo el mundo se sentiría aturrullado.


La Mónada jeroglífica de Dee puede encontrarse o conseguirse en forma de fotocopias. Pero sin las claves correspondientes a los diversos códigos de la obra, y sin los otros manuscritos de John Dee, quemados en Mortlake o destruidos por orden del rey Jacobo I, no puede servirnos de gran cosa.





















miércoles, 4 de junio de 2014

La Aceleración Subjetiva del Paso del Tiempo

Últimamente leemos muy a menudo sobre esta común y subjetiva percepción y encontramos explicaciones para todos los gustos, desde las pretendidamente científicas basadas en la Mecánica Cuántica, hasta otras más fantasiosas y oportunistas que relacionan esta realidad subjetiva con el hecho incluso del supuesto final del tiempo que según sus autores significa el fin del Calendaro Maya, hecho que coincidentemente sucede  el día de hoy....

Nosotros, contrariamente a todos ellos, encontramos que dicha percepción de aceleración temporal siempre ha existido, y vemos causas mucho más inmediatas, lógicas y terrenales para explicar este hecho.

Estimamos una correlación evidente:

"La percepción de la aceleración del paso del tiempo es directamente proporcional   al incremento de la edad física real de quien la  percibe".

Podemos así establecer una curva exponencial entre ambos parámetros variables, como apreciamos en la siguiente figura.





Curva exponencial  que muestra el incremento subjetivo 
de la aceleración temporal en relación a la edad




Inicialmente nuestra tésis fue diferente. Siempre habiamos intuido que dicha percepción debia comportarse gráficamenete en forma de la curva conocida como Campana de Gauss, es decir en forma simétrica situando el eje en máximos de percepcion de aceleración temporal durante la plenitud o madurez del individuo a estudio, es decir: Creciente muy lentamente durante la niñez y decreciente  de forma igualmente lenta durante la vejez, como muestra el siguiente gráfico.





Hipótesis falsa de la evolución en percepción subjetiva 
de la aceleración temporal en relación a la edad




La Campana de Gauss , es una representación gráfica de la distribución normal de un grupo de datos. Éstos se reparten en valores bajos, medios y altos, creando un gráfico de forma acampanada y simétrica con respecto a un determinado parámetro. Se conoce como curva o campana de Gauss o distribución Normal.

La campana de Gauss está definida por la función:




Función Gaussiana



Aunque la campana de Gauss lleva el nombre del genio de las matemáticas Carl Friedrich Gauss , realmente la distribución normal la descubrió y publicó por primera vez Abraham Moivre (por eso en algunos libros se llama la distribución de Moivre – Gauss) en un artículo del año 1733, que reprodujo en la segunda edición de su obra “The Doctrine of Chance” (1738) como aproximación de la distribución normal para valores grandes de n. Este resultado fue ampliado por Pierre-Simon de Laplace en su libro “Teoría analítica de las probabilidades” (1812).

El nombre de Gauss se ha asociado a esta distribución porque la usó con profusión cuando analizaba datos astronómicos y algunos autores le atribuyen un descubrimiento independiente del de De Moivre.

El nombre de "campana" se lo dio Esprit Jouffret que uso este término (bell surface) (superficie campana) por primera vez en 1872.


Las propiedades de la funcion son las que siguen:


El campo de existencia es cualquier valor real, es decir, (-∞, +∞).


  • Es simétrica respecto a la media µ.


  • Tiene un máximo en la media µ.


  • Crece hasta la media µ y decrece a partir de ella.


  • En los puntos µ − σ y µ + σ presenta puntos de inflexión.


  • El eje de abscisas es una asíntota de la curva.


  • El área del recinto determinado por la función y el eje de abscisas es igual a la unidad.


  • Al ser simétrica respecto al eje que pasa por x = µ, deja un área igual a 0.5 a la izquierda y otra igual a 0.5 a la derecha.


  • La probabilidad equivale al área encerrada bajo la curva.

  • p(μ - σ < X ≤ μ + σ) = 0.6826 = 68.26 %

    p(μ - 2σ < X ≤ μ + 2σ) = 0.954 = 95.4 %

    p(μ - 3σ < X ≤ μ + 3σ) = 0.997 = 99.7 %

      
    Simplificando estos datos y adaptándolos en exclusiva al caso que nos ocupa, tendríamos la siguiente Campana Gaussiana





    "Campana" de Gauss



    Sin embargo los hechos mandan, y esta teoría que defendíamos hasta hace bastantes años con vehemencia, que incluso incorporaba la sabiduría popular tradicional, cuyo reflejo es el refranero, que relativo a nuestro tema rezaba: "Para los ancianos la vida transcurre como en la infancia", se ha venido abajo al demostrarse completamente errónea bajo la luz de nuestra propia percepción (subjetiva) del hecho, basada en nuestra experiencia personal acumulada, la que únicamente es adquirida a través de la huella indeleble que del paso del tiempo vivido, huella que nos ha proporcionado la perspectiva suficiente de la propia historia existencial personal basada en la actual edad fisica que tenemos, 53 años que no son pocos...

    Pero fundamentalmente, más importante aun que la propia experiencia personal han sido la transmisión que sobre el tema hemos recibido bajo un prisma diferente  adquirido a través de la perspectiva extraida de terceras personas en las abundantes y extensas conversaciones que sobre este asunto en cuestión, hemos mantenido con ellas durante años. Un conocimiento tan solo revelado a través de una buena colección de impagables impresiones que hemos recopilado  a lo largo del tiempo y que han quedado grabadas para siempre, como un tesoro guardado en la boveda de nuestro cerebro. Conversaciones mantenidas y contrastadas con diferentes  personalidades anónimas pero depositarias de determinados conocimientos poco usuales en nuestros días, en algunos casos, y personas normales, próximas y menos próximas en otros. Personas, que siempre, cuando estas conversaciones se produjeron habían  vivido bastantes más años que el que suscribe,  y que en todos los casos nos expresaron su certeza de que en nuestra actual dimensión humana existe una percepción inequívoca de  aceleracion exponencial y continua del transcurrir del tiempo,.

    Así llegamos al núcleo de la cuestión:

    ¿Por qué la percepción de la aceleración del paso del tiempo es directamente proporcional a la edad de quien la percibe?

    A nuestro juicio la respuesta es bastante simple: Porque la unidad temporal que empleamos como medida para definir el tiempo que venimos existiendo, el denominado comunmente como año de 365 días, que representa el periodo ciclico repetitivo del desplazamiento de la Tierra en su tránsito completo de traslación alrededor del Sol, se acorta comparativamente al incremento de nuestra edad desde el nacimiento, siendo en el hipotético caso de que nuestra existencia fuese inmortal tendente a cero.

    Así en la vida de un infante de 3 años, que ya tiene plena conciencia del paso del tiempo, un año es para él un periodo subjetivamente muy largo, pues representa 1/3 (un tercio = 0,3333) de toda su experiencia existencial hasta ese instante, pero aumentando la cifra del divisor, que no es otra sino la que refleja los años de vida, vemos disminuir exponencialmente el cociente de esta división de forma inversamente proporcional al aumento de la edad, de tal forma que por ejemplo para un hombre de 80 años un año es sólo 1/80 (una ochentaava parte de su existencia = 0,125), como vemos una cifra de una magnitud muy inferior a la obtenida para un niño de 3 años.

    Como consecuencia observamos que estos cocientes decrecientes indicarían la medida subjetiva de la percepción de la aceleración del paso del tiempo, y constatamos que siempre componen una serie decreciente que en una hipotética serie infinita de años de existencia tenderían a cero.






     La  reducción progresiva de la fracción año - edad














    viernes, 30 de mayo de 2014

    Simetrías en el Sistema Solar Interior













    SIMETRÍA
    PRIMER NIVEL
    VENUS - TIERRA/LUNA - MARTE










    Venus y Marte (en italiano, Venere e Marte) es un cuadro destacado del pintor Italiano Sandro Botticelli






    Aries y Libra, son dos signos cardinales opuestos separados 180º en el zodiaco, por tanto muy polarizados, y a la vez de gran complementariedad, cuyos regentes: Marte, de Aries y Venus, de Libra, componen el denominado en Astrología Humanista "duplo instintivo", también llamado por otros astrólogos "duplo sexual".




















    Si observamos las posiciones de Marte-Tierra-Venus, y sus respectivas órbitas en nuestro Sistema Solar, salta a primera vista de forma "intuitiva" la importancia que debe tener para nuestro planeta el hecho de que ambos astros sean de naturalezas opuestas y complementarias, y nuestros "escoltas" en el Sistema Solar y en el cosmos. Esto nos sugiere la imagen simbólica de polarización, a modo de "condensador cósmico" donde la Tierra acumularía la "carga" o "capacidad", contenida en el éter existente entre las dos colosales "placas planetarias polarizadas" de este gigantesco componente cósmico.












    Existen poderosas razones simbólicas que redundan en esta polaridad, razones que encontramos incluso reflejadas en nuestra vida cotidiana, desde los dos símbolos planetarios universalmente reconocidos para referirse a los dos géneros, el masculino y el femenino, que son coincidentes con los símbolos astrológicos  de Marte y Venus, hasta otros más “ocultos” o esotéricos, que la Tradición conserva como “pistas” algunas de ellas más o menos veladas.  Veamos..... Sabemos que en Astrología el duplo básico original o “duplo vital” es el representado por Sol y la Luna, siendo estos dos astros los regentes de Leo y de Cáncer. Ahora fijémonos bien, porque existe una conexión sutil de la mayor importancia entre Sol - Luna y Marte - Venus, y en la que pocos reparan. Esta relación oculta se manifiesta a través de los signos considerados tradicionalmente como los de las exaltaciones de ambos luminares. Curiosamente el Sol tiene su exaltación en el signo de Aries, que es regido por el planeta Marte, mientras que la Luna tiene su exaltación en Tauro, signo que rige su opuesto, el planeta Venus.










    Si seguimos indagando, también encontraremos nuevamente la simetría complementaria al estudiar la conocida figura zodiacal de las regencias planetarias de los signos. Aquí la simetría se establece trazando el eje entre los signos gobernados por los dos luminares: Cáncer (Luna) y Leo (Sol).












    Todo lo anterior queda resumido en forma simbólica bajo la figura, hoy en desuso, del símbolo original del planeta Mercurio. Una figura desvelada magistralmente en el siglo XVI por John Dee, el genial matemático, astrónomo y alquimista inglés, de la Corte de Isabel I,  en su obra cumbre “Monas Hieroglyphica”(1564) (La Mónada Jeroglífica).

    John Dee (1527 - 1608), fue uno más de los grandes genios que la historia mantiene en el olvido. Como sucede con otros notables personajes, como por poner un ejemplo, Juanelo Turriano, el gran ingeniero italiano afincado en la corte Toledana de Felipe II, creador del artilugio que llevaba su nombre,  también conocido como el Artificio de Toledo.  El artificio de Juanelo fue una máquina hidráulica diseñada por él en el siglo XVI, cuya misión era elevar el agua desde el río Tajo hasta la ciudad de Toledo salvando un desnivel de más de 100 metros. Fue uno de los grandes inventos del Renacimiento y alcanzó gran popularidad nacional e internacional y fue mencionado en sus obras por muchos escritores del Siglo de Oro. Hasta el momento en que Turriano tuvo a punto su ingenio sólo se había conseguido subir agua a 40 metros con un tornillo de Arquímedes en Habsburgo.  El artificio de Juanelo consiguió en pleno siglo XVI que el monarca español fuese el primero en el mundo que disfrutase de agua corriente en su palacio toledano, antaño situado donde hoy se levanta el Alcazar en esta mítica urbe.  




















    Volviendo al asunto que tratábamos antes de este relajante inciso, “Monas Hyieroglyphica” le fue inspirada a John Dee, por la lectura de los escritos del Abad Tritemio, discípulo de Alberto El Grande, cuyos descubrimientos en el campo de las escrituras mágicas van más allá quizá de todo lo imaginable.

    En efecto, bajo el impulso del descubrimiento de la “Esteganografía” de Tritemio, John Dee escribió  en 1564 la “Mónada Jeroglífica”, tratado complejo de Cosmogonía basado en un coneocimiento profundo de la Astrología y de la Cábala, puestos en relación con el Arte de Hermes.













    Monas Hieroglyphica





































    Alfa







    Omega






    Sobre algunos de estos genios olvidados volveremos para tratar de situarles donde por mérito propio merecen estar, ya que sus biografías y obras, en gran parte de los casos por su carácter heterodoxo,  han sido metódicamente "borradas" de la Historia. En nuestras páginas trataremos de rescatar su memoria del olvido. Siguiendo con las simetrías existentes entre Marte y Venus, la iconografía hermética está plena de referencias a esta polaridad, que se ve plasmada de forma directa en los colores asignados por la Tradición a estos dos Planetas,  así como a los metales y los colores que se les asocian desde tiempos remotos: El hierro y el cobre, y los colores rojo y verde.

    El rojo y el verde son dos colores que se complementan. Importante es recordar aquí el concepto de Colores Complementarios. Los colores complementarios se encuentran en puntos opuestos del círculo cromático. Estos colores se refuerzan mutuamente, de tal manera que un mismo color parece más vibrante e intenso cuando se halla asociado a su complementario. Estos contrastes son, pues, idóneos para llamar la atención, así que no es de extrañar que rojo y verde siempre estén en estrecha asociación, desde los modernos semáforos de nuestras ciudades hasta la señalización de los muelles de entrada en los puertos marítimos o en la aviación.













    Durante el siglo XVII, los Hermanos de la Rosa Cruz, retoman de nuevo el símbolo de la Rosa y la abeja. La Rosa, la flor más venusina de todas, de fragancia exquisita, incorpora también el símbolo marcial en las punzantes espinas que la acompañan, pero sobre todo en el color rojo que tiñe sus pétalos, también formando parte del simbolismo de la Rosa y la Cruz. Este emblema «Dat Rosa Mel Apibus» (La rosa da miel a las abejas), fue utilizado en la portada del «Summum Bonum» de Joachim Frizius y luego adoptado para ilustrar el «Clavis» de Robert Fludd (1574-1637). Podemos ver en un sentido hermético cómo parece haber una aproximación entre la doctrina de san Bernardo, la ebriedad interior del sufismo y el simbolismo que propugna la Rosa+Cruz del siglo XVII, lo cual nos induce a pensar en una transmisión espiritual que es mantenida de forma secreta a través de los siglos, como una cadena iniciática ininterrumpida.







    Aquí vemos el símbolo de Venus escondido tras la Rosa
    y la Rosa triunfante sobre la Cruz





    Por último, diremos que la miel es llamada por los maestros: «la ciencia de las cosas de Dios», y las inevitables picaduras de la recolección de la miel son el emblema de los sufrimientos morales o físicos de que está sembrado el áspero sendero que conduce a la conquista de los conocimientos espirituales (L.Charbonneau-Lassay).

    Así los antiguos Rosa Cruces tenían por máxima:


    "Ad Rosam per Crucem; Ad Crucem per Rosam"


    Cuya traducción reza:


    "A la rosa por la Cruz; A la Cruz por la Rosa" 


    Algo que nos recuerda que la Rosa no está exenta de espinas. 













    Existen aún más paralelismos asociativos intrínsecos, aunque no siempre inmediatos, entre Marte y Venus, por ejemplo en cuanto a los metales que desde tiempos remotos asocia la Tradición con estos dos cuerpos celestes que escoltan, junto a nuestro satélite, la Luna, nuestro planeta.  Desde la más remota antigüedad se ha asociado al cobre con el planeta Venus, y al hierro con el planeta Marte.

    Existen diferentes sales de hierro como el sulfato ferroso y el sulfato férrico, y diferentes sales del cobre como el sulfato cuproso y el cúprico.  

    Ferroso: es cuando el fierro esta utilizando la valencia de +2 (valencia menor) y se le da la terminación oso Ferr-oso.

    Ejemplo: 

    FeO = oxido ferroso FeCl2 = cloruro ferroso FeSO4 = sulfato ferroso


    El sulfato ferroso existe en la naturaleza en forma de mineral conocido como melanterita. Este compuesto también llamado comúnmente caparrosa, recibe desde muy antiguo otras muchas denominaciones como son: Vitriolo verde, Vitriolo de hierro, Caparrosa verde, Szomolnokita etc.

    Su color es verde esmeralda, el color asociado por la Tradición al planeta Venus, y su fórmula química es  FeSO4·7H2O.










    Férrico: es cuando el hierro esta utilizando la valencia de +3 (valencia mayor) y se le da la terminación ico; férr-ico 

    Ejemplo: 

    Fe2O3 = oxido férrico 
    FeCl3 = cloruro férrico 
    Fe2(SO4)3 = sulfato férrico

    El sulfato férrico, Vitriolo de Marte, Pálido, geruclosas, hygroskopisches o polvo sensible de humedad es un compuesto de hierro, azufre y oxígeno. Se diferencia del más frecuente sulfato ferroso en la carga del catión, siendo éste el estado más oxidado del átomo de hierro. Es una sal sólida de color amarillo, cristaliza en el sistema rómbico y es soluble en agua a temperatura ambiente.

    El sulfato férrico es de color rojizo, cuando se coloca un clavo de hierro en un tubo de ensayo con ácido sulfúrico concentrado, este debería reaccionar ocasionando un desprendimiento de hidrógeno, y formando una especie de capa rojiza, que es el sulfato férrico. Su fórmula química es Fe2(SO4)3

    El sulfato férrico mantiene la correspondencia marcial, ya que su color, por contra al sulfato ferroso tiende al que la Tradición siempre a otorgado al planeta Marte: El color rojizo anaranjado.













    De nuevo vemos como se manifiesta la complementariedad cromática en los óxidos del cobre y el hierro. 





















    Como observamos en la anterior imagen los colores son exactamente los que tradicionalmente se han considerado como análogos a esos dos astros, colores que han llegado a ser determinantes para ciertas religiones en clara asociación con uno de estos dos astros, como sucede con la religión islámica, cuyo día sagrado es el viernes, asociado desde antiguo al planeta Venus.



















    Algunos estudiosos, como el astrólogo español José Luís San Miguel de Páblos,sugieren la relación directa de elementos arquitectónicos propios de estas culturas con los ciclos implícitos a dicho planeta, asociando por ejemplo las 5 volutas características de los arcos musulmanes con el ciclo propio de las retrogradaciones del planeta Venus.

    Aunque todas las órbitas planetarias son elípticas, la órbita de Venus es la más parecida a una circunferencia, con una excentricidad inferior a un 1 %.

    El ciclo entre dos elongaciones máximas (período orbital sinódico) dura 584 días. Después de esos 584 días Venus aparece en una posición a 72° de la elongación anterior. Dado que hay 5 períodos de 72° en una circunferencia, Venus regresa al mismo punto del cielo cada 8 años (menos dos días correspondientes a los años bisiestos). Este periodo se conocía como el ciclo Sothis en el Antiguo Egipto.

    En la conjunción inferior, Venus puede aproximarse a la Tierra más que ningún otro planeta. El 16 de diciembre de1850 alcanzó la distancia más cercana a la Tierra desde el año 1800, con un valor de 39 514 827 kilómetros (0,26413854 UA). Desde entonces nunca ha habido una aproximación tan cercana. Una aproximación casi tan cercana será en el año 2101, cuando Venus alcanzará una distancia de 39 541 578 kilómetros (0,26431736 UA)













                                                            





























    SIMETRÍA
    SEGUNDO NIVEL
    MERCURIO - TIERRA/LUNA - CINTURÓN DE ASTEROIDES








    MERCURIO








    Mercurio es el planeta del Sistema Solar más próximo al Sol y el más pequeño. Forma parte de los denominados planetas interiores o rocosos y carece de satélites. Se conocía muy poco sobre su superficie hasta que fue enviada la sonda planetaria Mariner 10 y se hicieron observaciones con radares y radiotelescopios.

    Antiguamente se pensaba que Mercurio siempre presentaba la misma cara al Sol, situación similar al caso de la Luna con la Tierra; es decir, que su periodo de rotación era igual a su periodo de traslación, ambos de 88 días. Sin embargo, en 1965 se mandaron impulsos de radar hacia Mercurio, con lo cual quedó definitivamente demostrado que su periodo de rotación era de 58,7 días, lo cual es 2/3 de su periodo de traslación. Esto no es coincidencia, y es una situación denominada resonancia orbital.

    Al ser un planeta cuya órbita es inferior a la de la Tierra, Mercurio periódicamente pasa delante del Sol, fenómeno que se denomina tránsito astronómico. Observaciones de su órbita a través de muchos años demostraron que el perihelio gira 43" de arco más por siglo de lo predicho por la mecánica clásica de Newton. Esta discrepancia llevó a un astrónomo francés, Urbain Le Verrier, a pensar que existía un planeta aún más cerca del Sol, al cual llamaronVulcano, que perturbaba la órbita de Mercurio. Ahora se sabe que Vulcano no existe; la explicación correcta del comportamiento del perihelio de Mercurio se encuentra en la Teoría General de la Relatividad.

    Mercurio es uno de los cuatro planetas sólidos o rocosos; es decir, tiene un cuerpo rocoso como la Tierra. Este planeta es el más pequeño de los cuatro, con un diámetro de 4879 km en el ecuador. Mercurio está formado aproximadamente por un 70% de elementos metálicos y un 30% de silicatos. La densidad de este planeta es la segunda más grande de todo el sistema solar, siendo su valor de 5430 kg/m3, solo un poco menor que la densidad de la Tierra. La densidad de Mercurio se puede usar para deducir los detalles de su estructura interna. Mientras la alta densidad de la Tierra se explica considerablemente por la compresión gravitacional, particularmente en el núcleo, Mercurio es mucho más pequeño y sus regiones interiores no están tan comprimidas. Por tanto, para explicar esta alta densidad, el núcleo debe ocupar gran parte del planeta y además ser rico en hierro, material con una alta densidad. Los geólogos estiman que el núcleo de Mercurio ocupa un 42% de su volumen total (el núcleo de la Tierra apenas ocupa un 17%). Este núcleo estaría parcialmente fundido, lo que explicaría el campo magnético del planeta.

    Rodeando el núcleo existe un manto de unos 600 km de grosor. La creencia generalizada entre los expertos es que en los principios de Mercurio un cuerpo de varios kilómetros de diámetro (un planetesimal) impactó contra él deshaciendo la mayor parte del manto original, dando como resultado un manto relativamente delgado comparado con el gran núcleo.

    La corteza mercuriana mide en torno a los 100-200 km de espesor. Un hecho distintivo de la corteza de Mercurio son las visibles y numerosas líneas escarpadas o escarpes que se extienden varios miles de kilómetros a lo largo del planeta. Presumiblemente se formaron cuando el núcleo y el manto se enfriaron y contrajeron al tiempo que la corteza se estaba solidificando.

    La superficie de Mercurio, como la de la Luna, presenta numerosos impactos de meteoritos que oscilan entre unos metros hasta miles de kilómetros. Algunos de los cráteres son relativamente recientes, de algunos millones de años de edad, y se caracterizan por la presencia de un pico central. Parece ser que los cráteres más antiguos han tenido una erosión muy fuerte, posiblemente debida a los grandes cambios de temperatura que en un día normal oscilan entre 623 K (350 °C) por el día y 103 K (–170 °C) por la noche.

    Al igual que la Luna, Mercurio parece haber sufrido un período de intenso bombardeo de meteoritos de grandes dimensiones, hace unos 4.000 millones de años. Durante este periodo de formación de cráteres, Mercurio recibió impactos en toda su superficie, facilitado por la práctica ausencia de atmósfera que pudiera desintegrar o frenar multitud de estas rocas. Durante este tiempo, Mercurio fue volcánicamente activo, formándose cuencas o depresiones con lava del interior del planeta y produciendo planicies lisas similares a los mares o marías de la Luna; una prueba de ello es el descubrimiento por parte de la sonda Messenger de posibles volcanes.

    Las planicies o llanuras de Mercurio tienen dos distintas edades; las jóvenes llanuras están menos craterizadas y probablemente se formaron cuando los flujos de lava enterraron el terreno anterior. Un rasgo característico de la superficie de este planeta son los numerosos pliegues de compresión que entrecruzan las llanuras. Se piensa que, como el interior del planeta se enfrió, se contrajo y la superficie comenzó a deformarse. Estos pliegues se pueden apreciar por encima de cráteres y planicies, lo que indica que son mucho más recientes. La superficie mercuriana está significativamente flexada a causa de la fuerza de marea ejercida por el Sol. Las fuerzas de marea en Mercurio son un 17% más fuertes que las ejercidas por la Luna en la Tierra.

    Destacable en la geología de Mercurio es la Cuenca de Caloris, un cráter de impacto que constituye una de las mayores depresiones meteóricas de todo el sistema solar; esta formación geológica tiene un diámetro aproximado de 1550 km (antes del sobrevuelo de la sonda Messenger se creía que su tamaño era de 1300 km). Contiene, además, una formación de origen desconocido no antes vista ni en el propio Mercurio ni en la Luna, y que consiste en aproximadamente un centenar de grietas estrechas y de suelo liso conocida como La Araña; en el centro de esta se encuentra un cráter, desconociéndose si dicho cráter está relacionado con su formación o no. Interesantemente, también el albedo de la Cuenca de Caloris es superior al de los terrenos circundantes (al revés de lo que ocurre en la Luna). La razón de ello está siendo investigada.

    Justo en el lado opuesto de esta inmensa formación geológica se encuentran unas colinas o cordilleras conocidas como Terreno Extraño, o Weird Terrain. Una hipótesis sobre el origen de este complejo geomorfológico es que las ondas de choque generadas por el impacto que formó la Cuenca de Caloris atravesaron toda la esfera planetaria convergiendo en las antípodas de dicha formación (180°), fracturando la superficie y formando esta cordillera.

    Al igual que otros astros de nuestro sistema solar, como el más semejante en aspecto, la Luna, la superficie de Mercurio probablemente ha incurrido en los efectos de procesos de desgaste espaciales, o erosión espacial. El viento solar e impactos de micrometeoritos pueden oscurecer la superficie cambiando las propiedades reflectantes de ésta y el albedo general de todo el planeta.

    A pesar de las temperaturas extremadamente altas que hay generalmente en su superficie, observaciones más detalladas sugieren la existencia de hielo en Mercurio. El fondo de varios cráteres muy profundos y oscuros cercanos a los polos que nunca han quedado expuestos directamente a la luz solar tienen una temperatura muy inferior a la media global. El hielo (de agua) es extremadamente reflectante al radar, y recientes observaciones revelan imágenes muy reflectantes en el radar cerca de los polos; el hielo no es la única causa posible de dichas regiones altamente reflectantes, pero sí la más probable. Se especula que el hielo tiene sólo unos metros de profundidad de estos cráteres, conteniendo alrededor de una tonelada de esta sustancia. El origen del agua helada en Mercurio no es conocido a ciencia cierta, pero se especula que o bien se condensó de agua del interior del planeta o vino de cometas que impactaron contra el suelo.

    El estudio de la interacción de Mercurio con el viento solar ha puesto en evidencia la existencia de una magnetosfera en torno al planeta. El origen de este campo magnético no es conocido, aunque algunos autores creen que puede ser debido a una corriente eléctrica inducida en las capas exteriores de la atmósfera del planeta por el movimiento de las líneas del campo magnético interplanetario que giran por la rotación del Sol. En 2007 observaciones muy precisas realizadas desde la Tierra mediante radar, demostraron un bamboleo del eje de rotación compatible sólo con un núcleo del planeta parcialmente fundido. Un núcleo parcialmente fundido con materiales ferromagnéticos podría ser la causa de su campo magnético.







    Órbita de Mercurio (en amarillo).






    La órbita de Mercurio es la más excéntrica de los planetas menores, con la distancia del planeta al Sol en un rango entre 46 millones y 70 millones de kilómetros. Tarda 88 días terrestres en dar una traslación completa. Presenta además una inclinación orbital (con respecto al plano de la eclíptica) de 7°.

    En la imagen anexa se ilustran los efectos de la excentricidad, mostrando la órbita de Mercurio sobre una órbita circular que tiene el mismo semieje. La elevada velocidad del planeta cuando está cerca del perihelio hace que cubra esta mayor distancia en un intervalo de sólo cinco días. El tamaño de las esferas, inversamente proporcional a la distancia al Sol, es usado para ilustrar la distancia variable heliocéntrica. Esta distancia variable al Sol, combinada con la rotación planetaria de Mercurio de 3:2 alrededor de su eje, resulta en complejas variaciones de la temperatura de su superficie, pasando de los -185°C durante las noches hasta los 430 °C durante el día.

    La oblicuidad de la eclíptica es de solo 0,01° (grados sexagesimales), unas 300 veces menos que la de Júpiter, que es el segundo planeta en esta estadística, con 3,1° (en la Tierra es de 23,5°). De esta forma un observador en el ecuador de Mercurio durante el mediodía local nunca vería el Sol más que 0.01° al norte o al sur del cenit. Análogamente, en los polos el sol nunca pasa 0.01° por encima del horizonte.

    En Mercurio existe el fenómeno de los amaneceres dobles, donde el Sol sale, se detiene, se esconde nuevamente casi exactamente por donde salió y luego vuelve a salir para continuar su recorrido por el cielo; esto solo ocurre en algunos puntos de la superficie: por el mismo procedimiento, en el resto del planeta se observa que el Sol aparentemente se detenga en el cielo y realice un movimiento de giro. Esto es porque aproximadamente cuatro días antes del perihelio, la velocidad angular orbital de Mercurio iguala su velocidad angular rotatoria, lo que hace que el movimiento aparente del Sol cese; justo en el perihelio, la velocidad angular orbital de Mercurio excede la velocidad angular rotatoria. De esta forma se explica este movimiento aparente retrógrado del Sol. Cuatro días después del perihelio, el Sol vuelve a tomar un movimiento aparente normal pasando por estos puntos.

    El avance del perihelio de Mercurio fue notado en el siglo XIX por la lenta precesión de la órbita del planeta alrededor del Sol, la cual no se explicaba completamente por las leyes de Newton ni por perturbaciones por planetas conocidos (trabajo muy notable del matemático francés Urbain Le Verrier). Se supuso entonces que otro planeta en una órbita más interior al Sol era el causante de estas perturbaciones (se consideraron otras teorías como un leve achatamiento de los polos solares). El éxito de la búsqueda de Neptuno a consecuencia de las perturbaciones orbitales de Urano hicieron poner mucha fe a los astrónomos para esta hipótesis. Este planeta desconocido se le denominaría planeta Vulcano. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, la Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein explicaba la precesión observada, descartando al inexistente planeta (véase órbita planetaria relativista). El efecto es muy pequeño: el efecto de dicha relatividad en el avance del perihelio mercuriano excede en justo 42,98 arcosegundos por siglo, tanto que necesita 12 millones de órbitas para exceder un turno completo. Similar, pero con efectos mucho menores, opera para otros planetas, siendo 8,52 arcosegundos por siglo para Venus, 3,84 para la Tierra, 1,35 para Marte, y 10,05 para el asteroide Apolo (1566) Ícaro.

    Durante muchos años se pensó que la misma cara de Mercurio miraba siempre hacia el Sol, de forma sincrónica, similar a como lo hace la Luna. No fue hasta 1965 cuando observaciones por radio (ver Observación con Grandes Telescopios) descubrieron una resonancia orbital de 2:3, rotando tres veces cada dos años mercurianos; la excentricidad de la órbita de Mercurio hace esta resonancia estable en el perihelio, cuando la marea solar es más fuerte, el Sol está todavía en el cielo de Mercurio. La razón por la que los astrónomos pensaban que Mercurio giraba de manera sincrónica era que siempre que el planeta estaba en mejor posición para su observación, mostraba la misma cara. Ya que Mercurio gira en un 3:2 de resonancia orbital, un día solar (la duración entre dos tránsitos meridianos del Sol) son unos 176 días terrestres. Un día sideral es de unos 58,6 días terrestres.








    En una órbita, Mercurio rota 1,5 veces, 
    después de dos órbitas el mismo hemisferio vuelve a ser iluminado






    Simulaciones orbitales indican que la excentricidad de la órbita de Mercurio varía caóticamente desde 0 (circular) a 0,47 a lo largo de millones de años. Esto da una idea para explicar la resonancia orbital mercuriana de 2:3, cuando lo más usual es 1:1, ya que esto es más razonable para un periodo con una excentricidad tan alta

    La magnitud aparente de Mercurio varía entre -2,0 (brillante como la estrella Sirio) y 5,5. La observación de Mercurio es complicada por su proximidad al Sol, perdido en el resplandor de la estrella madre durante un período muy grande. Mercurio solo se puede observar por un corto período durante el crepúsculo de la mañana o de la noche. El Telescopio Espacial Hubble no puede observar Mercurio del todo, ya que por procedimientos de seguridad se evita un enfoque tan cercano al Sol.

    Como la Luna, Mercurio exhibe fases vistas desde la Tierra, siendo nueva en conjunción inferior y llena en conjunción superior. El planeta deja de ser invisible en ambas ocasiones por la virtud de este ascenso y ubicación acuerdo con el Sol en cada caso. La primera y última fase ocurre en máxima elongación este y oeste, respectivamente, cuando la separación de Mercurio del rango del Sol es de 18,5° en el periastro y 28,3 en el apoastro. En máxima elongación oeste, Mercurio se eleva antes que el Sol y en la este después que el Sol.

    Mercurio alcanza una conjunción inferior cada 116 días de media, pero este intervalo puede cambiar de 111 a 121 días por la excentricidad de la órbita del planeta. Este periodo de movimiento retrógrado visto desde la Tierra puede variar de 8 a 15 días en cualquier lado de la conjunción inferior. Esta larga variación de tiempo es consecuencia también de la elevada excentricidad orbital.

    Mercurio es más fácil de ver desde el hemisferio sur de la Tierra que desde el hemisferio norte; esto se debe a que la máxima elongación del oeste posible del Sol siempre ocurre cuando es otoño en el hemisferio sur, mientras que la máxima elongación del este ocurre cuando es invierno en el hemisferio norte. En ambos casos, el ángulo de Mercurio incide de manera máxima con la eclíptica, permitiendo elevarse varias horas antes que el Sol y no se pone hasta varias horas después del ocaso en los países situados en latitudes templadas del hemisferio sur, como Chile, Argentina y Nueva Zelanda. Por contraste, en las latitudes templadas del hemisferio norte, Mercurio nunca está por encima del horizonte en más o menos a media noche. Mercurio puede, como otros muchos planetas y estrellas brillantes, ser visto durante un eclipse solar.

    Además, Mercurio es más brillante visto desde la Tierra cuando se encuentra entre la fase creciente o la menguante y la llena. Aunque el planeta está más lejos en ese momento que cuando está creciente, el área iluminada visible mayor compensa esa mayor distancia. Justo al contrario que Venus, que aparece más brillante cuando está en cuarto creciente, porque está mucho más cerca de la Tierra.









    Tránsito de Mercurio (8 de noviembre de 2006). Imagen captada por el SOHO








    El tránsito de Mercurio es el paso, observado desde la Tierra, de este planeta por delante del Sol. La alineación de estos tres astros (Sol, Mercurio y la Tierra) produce este particular efecto, sólo comparable con el tránsito de Venus. El hecho de que Mercurio esté en un plano diferente en la eclíptica que nuestro planeta (7° de diferencia) hace que sólo una vez cada varios años ocurra este fenómeno. Para que el tránsito se produzca, es necesario que la Tierra esté cerca de los nodos de la órbita. La Tierra atraviesa cada año la línea de los nodos de la órbita de Mercurio el 8-9 de mayo y el 10-11 de noviembre; si para esa fecha coincide una conjunción inferior habrá paso. Existe una cierta periodicidad en estos fenómenos aunque obedece a reglas complejas. Es claro que tiene que ser múltiplo del periodo sinódico. Mercurio suele transitar el disco solar un promedio de unas 13 veces al siglo en intervalos de 3, 7, 10 y 13 años.

    Las primeras menciones conocidas de Mercurio, hechas por los los sumerios, datan del tercer milenio a. C. Los babilonios (2000-500 a. C.) hicieron igualmente nuevas observaciones sobre el planeta, denominándolo como Nabu o Nebu, el mensajero de los dioses en su mitología.

    Los observadores de la Antigua Grecia llamaron al planeta de dos maneras: Apolo cuando era visible en el cielo de la mañana y Hermes cuando lo era al anochecer. Sin embargo, los astrónomos griegos se dieron cuenta que se referían al mismo cuerpo celeste, siendo Pitágoras el primero en proponer la idea.

    En 1800 Johann Schröter pudo hacer algunas observaciones de la superficie, pero erróneamente estimó que el planeta tenía un periodo de rotación similar a la terrestre, de unas 24 horas. En la década de 1880 Giovanni Schiaparelli realizó un mapa de Mercurio más correcto, y sugirió que su rotación era de 88 días, igual que su período de traslación (Rotación síncrona).

    Un hecho extraño en la astronomía es que un planeta pase delante de otro (ocultación), visto desde la Tierra. Mercurio y Venus se ocultan cada varios siglos, y el 28 de mayo de 1737 ocurrió el único e histórico registrado. El astrónomo que lo observó fue John Bevis en el Real Observatorio de Greenwich. La próxima ocultación ocurrirá en 2133.Las primeras observaciones con telescopio de Mercurio datan de Galileo en el siglo XVII. Aunque él observara las fases planetarias cuando miraba a Venus, su telescopio no era lo suficientemente potente para distinguir las fases de Mercurio. En 1631 Pierre Gassendi realizó las primeras observaciones del tránsito de Mercurio cruzando el Sol cuando vio el tránsito de Mercurio predicho por Johannes Kepler. En 1639 Giovanni Zupi usó un telescopio para descubrir que el planeta tenía una fase orbital similar a la de Venus y la Luna. La observación demostró de manera concluyente que Mercurio orbitaba alrededor del Sol.

    La teoría por la cual la rotación de Mercurio era sincrónica se hizo extensamente establecida, y fue un giro de 180° cuando los astrónomos mediante observaciones de radio en los años 1960 cuestionaron la teoría. Si la misma cara de Mercurio estuviera dirigida siempre hacia el Sol, la parte en sombra estaría extremadamente fría, pero las mediciones de radio revelaron que estaba mucho más caliente de lo esperado. En 1965 se constató que definitivamente el periodo de rotación era de 59 días. El astrónomo italiano Giuseppe Colombo notó que este valor era sobre dos terceras partes del período orbital de Mercurio, y propuso una forma diferente de la fuerza de marea que hizo que los períodos orbitales y rotatorios del planeta se quedasen en 3:2 más bien que en 1:1 (resonancia orbital). Más tarde la Mariner 10 lo confirmó.

    Las observaciones por grandes telescopios en tierra no arrojaron mucha luz sobre este mundo difícil de ver, y no fue hasta la llegada de sondas espaciales que visitaron Mercurio cuando se descubrieron y confirmaron grandes e importantes propiedades del planeta. No obstante, recientes avances tecnológicos han llevado a observaciones mejoradas: en 2000, el telescopio de alta resolución del Observatorio Monte Wilson de 1500 mm proporcionó las primeras imágenes que resolvieron algunos rasgos superficiales sobre las regiones de Mercurio que no fueron fotografiadas durante las misiones del Mariner. Imágenes recientes apuntan al descubrimiento de una cuenca de impacto de doble anillo más largo que la Cuenca de Caloris, en el hemisferio no fotografiado por la Mariner. Es informalmente conocido como Cuenca de Shinakas.

    Llegar hasta Mercurio desde la Tierra supone un significativo reto tecnológico, ya que la órbita del planeta está mucho más cerca que la terrestre al Sol. Una nave espacial con destino a Mercurio lanzada desde nuestro planeta deberá de recorrer unos 91 millones de kilómetros por los puntos de potencial gravitatorio del Sol. Comenzando desde la órbita terrestre a unos 30 km/s, el cambio de velocidad que la nave debe realizar para entrar en una órbita de transferencia, conocida como órbita de transferencia de Hohmann (en la que se usan dos impulsos del motor cohete) para pasar cerca de Mercurio es muy grande comparado con otras misiones planetarias.

    Además, para conseguir entrar en una órbita estable el vehículo espacial debe confiar plenamente en sus motores de propulsión, puesto que el aerofrenado está descartado por la falta de atmósfera significativa en Mercurio. Un viaje a este planeta en realidad es más costoso en lo que a combustible se refiere por este hecho que hacia cualquier otro planeta del sistema solar.






    CERES








    Ceres (anteriormente (1) Ceres) es el más pequeño de los planetas enanos dentro del sistema solar. Se ubica entre las órbitas de Marte y Júpiter. Fue descubierto el 1 de enero de 1801 por Giuseppe Piazzi y recibe su nombre en honor a la diosa romana de la agricultura, las cosechas y la fecundidad, Ceres.

    Inicialmente se lo consideró como un cometa, luego como un planeta, y posteriormente fue considerado el mayor asteroide descubierto por el hombre, hasta la creación de la categoría de «planeta enano», en 2006.

    Este planeta enano contiene aproximadamente la tercera parte de la masa total del cinturón de asteroides, siendo el más grande de todos los cuerpos de dicho grupo

    La idea de que un planeta frío desconocido existiera entre las órbitas de Marte y Júpiter fue sugerida por Johann Elert Bode en 1768. Sus consideraciones se basaban en la Ley de Titius-Bode, una teoría propuesta por Johann Daniel Titius en 1766. De acuerdo con esta ley, la distancia al Sol de este planeta era de unos 2,8 UA. El descubrimiento por William Herschel deUrano en 1781 incrementó la creencia en la ley de Titius-Bode. En el congreso astronómico que tuvo lugar en Gotha, Alemania, en 1796, el francés Joseph Lalande recomendó su búsqueda. Entre cinco grupos de astrónomos se repartieron el zodíaco en la búsqueda del quinto planeta y en 1800, veinticuatro astrónomos expertos, combinaron sus esfuerzos y comenzaron una búsqueda metódica del planeta propuesto. El proyecto fue encabezado por Franz Xaver von Zach. Si bien no encontraron a Ceres, sí que descubrieron grandes asteroides.

    Finalmente, Ceres fue descubierto el 1 de enero de 1801 desde un observatorio en Palermo (Italia) por Giuseppe Piazzi (1746-1826), sacerdote católico y educador, mientras trabajaba en la compilación de un catálogo estelar. El día 3 de enero el cuerpo se había desplazado un tercio de luna hacia el oeste. Hasta el 24 de enero no publicó su descubrimiento creyendo que se trataba de un cometa.

    El objeto fue cautamente anunciado por su descubridor en un primer momento como un cometa sin nebulosidad más que como un nuevo planeta.

    Si bien Ceres no fue considerado demasiado pequeño para ser un verdadero planeta y las primeras medidas presentaban un diámetro de 480 km, permaneció listado como planeta en libros y tablas astronómicas durante más de medio siglo, hasta la década de 1850, antes de que se encontraran otros muchos objetos similares en la misma región espacial. Ceres y ese grupo de cuerpos fueron denominados cinturón de asteroides. Muchos científicos imaginaron que serían los vestigios finales de un antiguo planeta destruido, si bien actualmente se cree que el cinturón es un planeta en construcción y que nunca completó su formación.

    Piazzi lo bautizó como Ceres Ferdinandea por Ceres, la diosa romana de las plantas y el amor maternal y patrona de Sicilia, y por el rey Fernando IV de Nápoles y Sicilia, patrón de su obra. El apellido Ferdinandea se eliminó posteriormente por razones políticas. En Alemania por un corto tiempo fue llamado Hera y en Grecia es llamado Deméter que es la diosa griega equivalente a Ceres

    Tiene un diámetro de 950 × 932 km y una superficie de 2.800.000 km², encontrándose situado en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Como comparación, su superficie es equivalente a la de Argentina.

    Con una masa de 8,7×1020 kg (25 % de la masa del cinturón de asteroides), Ceres comprende casi un tercio de la masa total estimada (2,3×1021 kg) de los asteroides del Sistema Solar. Hay algunos indicios de que su superficie es cálida y de que podría tener una débil atmósfera.

    Los indicios sugerían también que podría tener agua en forma de escarcha en su superficie y una gruesa capa de hielo sobre un núcleo rocoso. En 2014 se publicó la confirmación de que Ceres contiene agua en abundancia, expulsando al espacio hasta 6 kilos de vapor por segundo. El hallazgo fue realizado por investigadores de la Agencia Espacial Europea y la Universidad de Florida Central ayudándose del telescopio espacial Herschel.

    En el pasado, Ceres era considerado como el mayor de una familia de asteroides (un grupo de elementos orbitales similares), pero estudios avanzados han mostrado que Ceres tiene unas propiedades espectrales diferentes de las de los otros miembros de la familia, y ahora este grupo es denominado como «familia Gefion», nombrado con respecto al asteroide (1272) Gefion, siendo Ceres un accidental compañero sin un origen en común.












    Ceres sigue una órbita entre Marte y Júpiter, en medio del cinturón de asteroides, con un periodo de 4,6 años. La órbita está moderadamente inclinada (i=10.6° comparada con los 7° de Mercurio y los 17° de Plutón) y moderadamente excéntrica (e'-.m .'=0.08° comparada con los 0.09° de Marte).

    La imagen de la derecha ilustra las órbitas de Ceres (azul) y las de otros planetas (blanco/azul). Los segmentos de las órbitas por debajo de la eclíptica están en colores oscuros, y el signo (+) en naranja ubica al Sol. El diagrama superior izquierdo es una vista polar que muestra la localización de Ceres entre Marte y Júpiter. El diagrama superior derecho es una cercana demostración de las localizaciones del perihelio (q) y del afelio (Q) de Ceres y Marte. El perihelio de Marte está en oposición al Sol desde el de Ceres y de muchos de los grandes asteroides del cinturón de asteroides, incluyendo a Palase Higia. El diagrama inferior es una vista en perspectiva mostrando la inclinación de la órbita de Ceres comparada con las de Marte y Júpiter.






    SIMETRÍA
    TERCER NIVEL
    SOL - TIERRA/LUNA - JÚPITER







    A semejanza del Sol, Júpiter está compuesto de un 82% de hidrógeno, 17% de helio y un 1% de otros elementos.Un hecho característico de este planeta es que debido a su tamaño, los científicos calcularon que con un poco más de masa, se habría convertido en una estrella que acompañaría al Sol como un sistema binario.

    Esta antigua idea de Júpiter completando su interrumpido desarrollo, convirtiéndose en la segunda estrella de nuestro Sistema Solar, se llevó al cine, en en la adaptación cinematográfica de "2010: Odisea dos", la segunda parte de "2001: Una odisea espacial" la genial obra de ficción científica escrita en 1968 por Arthur C. Clarke, el prolífico y reconocido maestro británico del género y adaptada a la pantalla de forma magistral por el malogrado cineasta estadounidense Stanley Kübrick. Esta segunda parte de la obra escrita por Clarke, aunque técnicamente bien facturada en 1984 por el director Peter Hyamsen su adaptación cinematográfica, no obtuvo la misma aceptación ni acogida que su iniciadora por parte del público. Sin duda se echaba de menos la visiónaria percepción metafísica de la que hacía gala de forma impecable todo un maestro en el séptimo arte como demostró ser en su predecesora, Stanley Kübrick cuya película permanece aún hoy en día como una de las mayores cumbres del género de ficción de la cinematografía mundial. Como botón de muestra permanecerá siempre en nuestra retina la impresionante secuencia, que a continuación reproduzco, de la nave del protagonista atravesando lo que parece un agujero negro. Corría entonces el año 1969. La película estrenada en 1968 era proyectada en el viejo Teatro Albéniz de la calle de la Paz en Madrid, hoy tristemente cerrado. Mi padre nos llevó a ver aquella maravilla, lo que siempre le agradeceré. Nosotros entonces apenas si contábamos con 9 años de edad.













    “2001, Una Odisea del Espacio”, estuvo en cartel desde el 21 de Octubre de 1968, hasta el 2 de Marzo de 1969.




















    Por aquellos años en la vieja sala del entonces Cine Albéniz se proyectaba en pantalla panorámica gigante mediante la revolucionaria técnica cinematográfica conocida bajo el nombre de Cinerama. La secuencia que conducía al final concluía en  un giro metafísico copernicano  resuelto de forma magistral por Kübrick.











































    El Sistema Solar: Una Visión Estructural














    Existiría otro punto de discontinuidad , similar al que representa el Cinturón de Asteroides (ubicado entre Marte y Júpiter) que sería el Cinturón de Kuiper, entre Neptuno y Plutón. Hace medio siglo, un astrónomo de origen holandés se despachó con una extraña teoría: según decía, el Sistema Solar no se terminaba en Plutón, sino que se extendía de allí hacia afuera en un enorme y delgado anillo formado por pequeños objetos helados. Un lugar del que, supuestamente, provenía buena parte de los cometas. Por aquel entonces, la idea de Gerard Kuiper casi parecía una osadía. Y es lógico, porque no había ni la más mínima prueba de que tal cosa existiera. Sólo se trataba de una presunción medianamente razonable. Pero Kuiper tenía razón, aunque nunca lo supo: a principios de los años 90, un grupo de astrónomos detectó un objeto a una distancia similar a la del noveno planeta. Y, desde entonces, le siguió una verdadera catarata de descubrimientos. Son pequeños mundos helados, físicamente similares a Plutón, pero de inferior tamaño. Hoy ya nadie duda de la existencia del “Cinturón de Kuiper”, la frontera helada de nuestro barrio planetario. Es una nueva región que pide a gritos ser explorada, y que, también, nos obliga a revisar la verdadera naturaleza del propio Plutón, que hasta ahora parecía ser el único centinela de las fronteras del Sistema Solar.







    Posición en la que se encontraría el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort respecto de nuestro Sistema Solar.







    Kuiper nos daría otra estructura simétrica distinta:













    La estructuración por duplos quedaría entonces como sigue:













    De la figura anteror derivamos algunas conclusiones interesantes observando los componentes planetarios integrantes de Pilar Central: Comenzando por el "andrógino" por excelencia, el planeta Mercurio que representa básicamente el principo mental y dialéctico concreto (aquí tendríamos la regencia mercurial de Géminis, integrando al polarizado duplo que le sigue a Mercurio:  Venus - Marte, el principio sexual o duplo instintivo que Géminis intenta integrar, de ahí su androgínia mediante  la dialectica mental.

    Más arriba en una segunda octava encontraríamos el principio mercurial del signo de Virgo, representado aquí por el asteroide Ceres como integrador de todo el Cinturón de Asteroides que representa la fractura multiplicativa, la atomización del todo en sus partes, como parece revelar el hecho de que la órbita media de dicho Cinturón, y su objeto celeste mas representativo por tamaño, Ceres, cumple escrupulosamente la Ley de Bode de las Órbitas planetarias que señala con matemática precisión las posiciones de las órbitas planetarias  en distancias medidas en UA (Unidades Astronómicas) lo cual parece evocar con claridad la anterior presencia en dicha órbita de un cuerpo planetario hoy fragmentado, tal vez por colisión, todo ello muy coherente con el simbolismo del signo mutable de Tierra, Virgo.

    Un escalón por encima se situaría el planeta Urano en una clara mutación del principio mercurial original, pero sin duda, participando en su esencia de dicho principio  dialectico, situándolo aquí en una octava superior, que en este caso muta de lo personal a lo transpersonal.

    Por último en el ulterior  desarrollo evolutivo y complejo de este principio dialectico que se originó en Mercurio situaríamos al nuevo recien descubierto planeta  (o planetoide, si hacemos gala de su  ortodoxa definición científica reciente) Eris que en este caso sería la octava superior de Urano, hecho que apuntamos para su posible constatación.


















    Musica: "Las Puertas de Amalec"

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