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lunes, 29 de agosto de 2022
miércoles, 27 de marzo de 2019
Sobre Arquetipos y Religiones
Sobre
Arquetipos y Religiones
27 marzo 2019
Ahora, que acaba de comenzar el signo del carnero (Aries) es momento
de reflexionar sobre las relaciones existentes entre nuestras sociedades y
culturas, la Cristiana y la Musulmana, en apariencia tan diferentes y sin
embargo, en lo básico, al final tan iguales…
Los musulmanes, tan criticados hoy en Occidente, conservan aún
importantes tradiciones, al contrario que
nos sucede a nosotros, que a marchas forzadas las estamos perdiendo.
Como ejemplo, tenemos la celebración de la Fiesta del Cordero, una fecha
de la que conservan su fuerte resonancia arquetípica ancestral.
Occidente, mayoritariamente de tradición religiosa Cristiana, una Religión
cuyo arquetipo es Solar, lleva en ese sentido una ruta en todo contraria a la
elegida por el Islam. Nuestras sociedades hoy parecen empeñadas en tratar de borrar de forma
sistemática y premeditada todo rastro visible de lo que fueron sus propias
huellas mitológicas ancestrales, que se mantenían visibles hasta hace no
demasiado tiempo, cuando aún permanecían indelebles.
En la actualidad, constatamos que Occidente, que siempre hace de la
razón de la fuerza, la fuerza de la razón, se halla en clara huída hacia
delante, pretendiendo autojustificar, por todos los medios disponibles, su
convencimiento de que debe imponer al resto de sociedades, cuyas culturas
desprecia, su propio modelo.
Ello le conduce, como un deber, a tratar de implantar al resto, su cosmovisión unitaria y monolítica, aunque sea de una forma antinatural y a cualquier precio, mostrando orgullosa los logros obtenidos, que enfoca únicamente en los aspectos exteriores, porque ya ha asumido sin ningún trauma, la muerte de los interiores, ignorando que en verdad son los le han permitido alcanzar y conservar, al menos de momento, su estatus central y la posición hegemónica que hoy ocupa, que administra de forma completamente errónea, como si de un derecho exclusivo y propio se tratase, frente a valores de otras culturas que despectivamente desprecia por entenderlos equivocadamente como periféricos.
En su intransigente travesía, que ha dejado llena de cadáveres, Occidente
ha encontrado, como no podía ser de otro modo, la mayor oposición a sus pretensiones
de borrar al resto, en culturas y países que mayoritariamente practican la
religión Mahometana, quienes, contra todo propósito, se resisten a claudicar,
porque en ellas existe un nexo común: Tiene un fuerte anclaje estructural la
Tradición.
En definitiva porque la religión Mahometana, hoy como ayer, representa los
valores básicos del arquetipo Lunar, contrarios a los Solares, con los que
Occidente se alinea.
Por interés o ceguera, en Occidente se piensa habitualmente que todo
musulmán es potencialmente un extremista, aunque también es
cierto que muchos musulmanes han abrazado el ejercicio extremo de la
violencia, autojustificándolo como una forma de respuesta
radical, que en muchos casos consideran legítima, frente al también
violento y burdo intrusismo colonizador occidental, que pretende su rendición incondicional,
y el abandono, sin más, de todas sus raíces culturales, sus tradiciones
ancestrales y su forma de vida.
Existe, por tanto, un conflicto visible, exterior, pero cuyo verdadero
origen es de raíz oculta, interior.
En realidad se trata del eterno conflicto que surge de forma natural
entre dos culturas que se guían o más bien son guiadas por
arquetipos no ya diferentes, sino contrarios, aunque en una visión unitaria
integradora, de contenido más amplio, en sentido Cósmico, éstos serían
finalmente también arquetipos complementarios.
Occidente siempre ha pretendido y aún pretende, la aceptación y entrega
incondicional al dictado de sus preceptos, su arquetipo Solar dominante le
lleva a entender que siendo y sintiéndose el centro, sus preceptos deben
ser abrazados, sin más, por parte del resto de culturas periféricas.
Tradicionalmente ha venido alcanzando su objetivo, no por la fuerza de la razón sino por la razón y el uso de la fuerza, así históricamente siempre ha reforzado hasta la saciedad su amplio y mortífero arsenal bélico, y cuando no ha hecho uso del mismo, ha usado otra estrategia que ha dejado patente cuál es su verdadera dimensión moral y ética, ambas de talla diminuta, y su pervertido e hipócrita sentido de la Verdad. Tal es la actitud arrogante que principalmente exhibe hoy frente a una cultura orgullosa, como es la musulmana, a la que le resulta difícil entender, y que a sus ojos se ve tan lejana y diferente, como incómoda y desconocida.
Así sucede que en nuestro mundo no dudamos en escandalizamos cuando
nos llegan noticias, normalmente sesgadas, de lo que sucede o ha sucedido en
algunos de esos países de obediencia Mahometana, donde ha ocurrido tal o cual
cosa que consideramos horrible, o por poner un ejemplo ha tenido lugar la ejecución
pública terrible de un reo.
En un mundo, el nuestro, donde creemos que imperan la ley y el orden,
nada de lo que sucede en esos recónditos lugares puede alcanzarnos,
dormimos por tanto a pierna suelta, pensando estar a salvo, seguros y protegidos,
pero si superamos las apariencias que se basan sólo en las formas externas, que
a priori parecen distintas, en realidad en nuestro "Mundo Burbuja",
sucede más o menos lo mismo.
Aquí, en el que creemos ser el imperio de la justicia, los derechos y la
razón, llevamos a los presos condenados a un sometimiento pre mortuorio
tan estresante que se prolonga sine die
su sufrimiento, extendido durante años ó décadas, mientras aguardan a que
llegue el día en que finalmente se de cumplimiento a sus condenas
a muerte. En algunas instituciones consideradas "ejemplares", como
sucede en el conocido "Corredor de la Muerte", cientos de
reos esperan durante años que llegue el fatídico día de su ejecución,
aunque , eso si, ésta será más “civilizada” en nuestro mundo que en el resto,
porque ejecutamos la pena capital con una limpieza profiláctica casi extrema,
aunque llevemos al reo al mismo resultado final: La muerte.
Muertes que igualmente suceden en aquellos lugares perdidos que criticamos,
por hacer uso de prácticas que entendemos "salvajes". Puntos sin
nombre de un mapa olvidado de los que nunca hemos oido hablar y de los
que apenas si sabemos algo, normalmente poco y comúnmente nada, porque en
realidad nos importan muy poco, hasta que en ellos se produce el hipócrita y
ficticio “momento de la noticia”, en el que una televisión de turno,
normalmente por interés, decide desenterrarlos en el mapa, y nos ofrece su
"información" que muestra como parte de un show, que, como un
reguero de pólvora, amplifica y extiende su dimensión haciéndola más y más tremenda.
Entonces nos abruma y escandaliza.
Mientras tanto, en nuestro mundo civilizado sucede parejo y
para escarnio público muchas veces la muerte también se ve en
directo, aunque de forma virtual y “civilizada” porque aparece a través de un
circuito cerrado de televisión, que muestra las imágenes limpias de
ejecuciones de reos por inyección letal, o algo menos limpias, si se
trata de la silla eléctrica. Métodos e imágenes que en definitiva, son
igualmente brutales, que se sirven a familiares (a veces también al
público en general), afectados por los delitos, mayores o menores,
cometidos por el ajusticiado en vida, y a los que brindan así la gran
oportunidad de revivir su propia venganza personal y alimentar sin límites, de
la forma más burda y cruel que pueda existir, la espiral del odio, porque
con ella sólo retroalimentan el recuerdo y el dolor por la pérdida de
personas queridas que jamás regresarán.
Así es nuestro mundo actual: Siempre miramos afuera, nunca en nuestro
interior, porque lo que vemos allí nos asusta.
No existe conciencia alguna de lo que somos .
Etiquetas:
arquetipo,
Cristianismo,
lunar,
Mahometanismo,
Mahometismo,
solar
sábado, 2 de diciembre de 2017
martes, 4 de abril de 2017
Lanza de Vasto: Prólogo al Mensaje Reencontrado de Louis Cattiaux
El texto que presentamos, aunque no propiamente un escrito Hermético, sí toca un tema, muchas veces incomprendido, que siempre le ha estado relacionado. Nos estamos refiriendo al delicado asunto del voto de Silencio que rodea todo lo que se relaciona con el Hermetismo, como su propio nombre sugiere, un precepto siempre respetado y considerado como inviolable por todos sus practicantes a través de las edades
Esta breve, lúcida y clarificadora página, fue escrita en Noviembre de 1945 por el filósofo, poeta,
artista, activista de la no violencia y discípulo de Mohandas K. Gandhi, Lanza de Vasto, a quien Gandhi le
impuso el sobrenombre de Shantidas, quien trabajó siempre en pro del establecimiento del diálogo interreligioso,
la renovación espiritual, el activismo ecológico y la no violencia.
Giuseppe Lanza del Vasto
Este bello texto, de una arrebatadora y contundente lucidez, fue escrito para servir como prólogo y homenaje al autor de
una obra no menos extraordinaria, El Mensaje
Reencontrado, la obra
cumbre del pintor, poeta y alquimista galo, Louis Cattiaux.
Prefacio o a la primera edición de 12 libros preliminares
del Mensaje Reecontrado de Louis Cattiaux
Por Lanza de Vasto
Arbre. Pintura de Louis Cattiaux
La
conjura de los imbéciles, de los charlatanes y de los sabios ha tenido un éxito
perfecto. Esta conjura tenía por objeto esconder la verdad. Unos y otros han
servido a esta gran causa, cada uno según sus medios: los imbéciles por medio
de la ignorancia, los charlatanes por medio de la mentira, los sabios mediante
el secreto.
Los imbéciles no quieren que se descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y correrían a esconderse bajo tierra. Los charlatanes no quieren que se descubra la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría su vergüenza. Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra. Siempre la han tenido oculta por cuatro razones.
La primera: saben que Saber es poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo, en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de hacer partícipes de ellas a los atolondrados. ¡Oh, Sabios que sabéis callar! ¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud, ¡oh, Sabios! ¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra caridad. Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su resultado. Sin embargo, ¡cuán peque¿ña es su ciencia, exterior, superficial, precaria y limitada!, y ya vemos su resultado. Así, han envenenado las fuentes, minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos, corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro.
Los imbéciles no quieren que se descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y correrían a esconderse bajo tierra. Los charlatanes no quieren que se descubra la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría su vergüenza. Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra. Siempre la han tenido oculta por cuatro razones.
La primera: saben que Saber es poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo, en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de hacer partícipes de ellas a los atolondrados. ¡Oh, Sabios que sabéis callar! ¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud, ¡oh, Sabios! ¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra caridad. Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su resultado. Sin embargo, ¡cuán peque¿ña es su ciencia, exterior, superficial, precaria y limitada!, y ya vemos su resultado. Así, han envenenado las fuentes, minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos, corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro.
La segunda razón de los Sabios
para mantener oculta la Verdad, es que conocer es una operación de vida y una
manera de nacer. Y nada puede nacer fuera de una envoltura. Una envoltura de
carne o de corteza, de tierra o de misterio. Si abrís una semilla, ya no
germinará; si abrís un lagarto para ver lo que hay dentro, sólo encontraréis el
resto del cadáver y no lo de dentro del lagarto, su interior se ha ido, ya que
el lagarto está muerto. De igual modo, la ciencia abierta, propagada y
vulgarizada es ciencia muerta y fruto de muerte. Es un desierto de arena y no
un puñado de simiente. Al permanecer exterior no puede ser profundizada, sino
sólo extendida, y la vida se le escapa. No puede conducir a la conciencia, que
es nacimiento a uno mismo, ni a la vida interior.
En cambio, el conocimiento de los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu. Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehusa exhibirse. La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la admiración de la naturaleza y a la adoración del creador. Debe aportar la luz a las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones. Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza. Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas. Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo posible por evitarlo.
En cambio, el conocimiento de los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu. Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehusa exhibirse. La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la admiración de la naturaleza y a la adoración del creador. Debe aportar la luz a las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones. Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza. Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas. Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo posible por evitarlo.
La cuarta razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad es que aman la Verdad, y no hay amor sin pudor, es decir, sin velo de belleza. He aquí por qué no quieren descubrirla sino revelarla, es decir, recubrirla de un velo luminoso. Por esto sólo han enseñado con parábolas, para que quienes tienen oídos para no oír permanezcan apartados; pero también para que quienes lo merecen aprendan los tonos y las claves de la música total. Pues sus alegorías, sus fábulas y sus blasones no explican el encadenamiento mecánico de las apariencias, sino las afinidades secretas y las analogías de las potencias y las virtudes, las correspondencias del número con el sonido, de las figuras con las leyes, del agua con la planta, con la mujer y con el alma, del fuego con el león, el hombre armado y el espíritu, de los astros con los ojos, las flores y los cristales de los metales y de las gemas, de la germinación del oro en las minas con la de la verdad en el corazón del hombre. En sus oscuros textos, donde las recetas del Gran Arte están salpicadas de advertencias piadosas, las solemnes sentencias de alabanzas y plegarias, lucen los hilos que tejen el manto del Rey de Reyes.
Al ocultar los Sabios su saber por escrúpulo, los charlatanes se aprovecharon para esconder su ignorancia bajo los mismos signos misteriosos. Los imbéciles los han confundido largo tiempo creyendo tanto en unos como en otros. Ahora, a medio camino entre los charlatanes y los imbéciles, ha surgido una nueva especie que asegura el triunfo definitivo de la conjura. Esta nueva especie es la de los universitarios y sabios oficiales, que el día de su advenimiento declararon nulo y sin valor el misterio filosofal, quimera la búsqueda de los antiguos maestros, juego de niños su ciencia, engañabobos su arte. Los imbéciles instruidos por los nuevos sabios, han confundido una vez más a los sabios con los charlatanes, pero esta vez para no creer ni en unos ni en otros. Sólo creen en la ciencia de los recién llegados, quienes simplemente enseñan que la verdad está en su ciencia y que todo lo que no pueden descubrir ni demostrar no existe. Ahora bien, no han enseñado, ni descubierto, ni demostrado nada acerca de la vida y de la muerte, del pecado y del juicio. Nada acerca del amor, del dolor y del rescate, acerca de la conducta del hombre y del destino del alma, acerca del sentido, la esencia y la salvación. A medida que descubren nuevas nebulosas o nuevos electrones, nuevas vitaminas o nuevos explosivos, se alejan y nos desvían de lo esencial. Y ahora la verdad está tan bien escondida que ya no se la busca. Incluso estaría totalmente perdida si no sobrevivieran algunos sencillos de espíritu para quienes la verdad existe. No pueden resignarse a pensar que nadie la tenga o la haya tenido. Recorren el mundo interrogando a la gente, los astros y las hierbas, interrogando el gran libro de la naturaleza y hojeando los textos olvidados, interrogando su corazón y a Dios en la plegaria. Saben que no tienen la verdad, pero saben que ella es. Están tan hambrientos y sedientos de ella que saben seguirla por el rastro y reconocerla por el olor. Ante un hombre difamado, un acontecimiento absurdo, un grimorio ilegible, se paran en seco y exclaman: ¡Aquí está! Ellos saborearán este libro. Para ellos ha sido escrito, aunque su hermandad sea poco numerosa.
Y tú, Cattiaux, amigo mío, ¿Has encontrado la Piedra? Sentado en la tienda donde pintas y meditas entre filtros y frascos, ¿has encontrado el carbunclo y la violeta? Sentado entre tu mujer y tu gato, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado el oro vivo y el elixir? ¿Has visitado el interior de la tierra y, rectificando, encontrado la joya oculta y la verdadera medicina? No sé ni puedo decir si la substancia de los antiguos textos se oculta en estas páginas. Pero ¿cómo es que en ellas se encuentra su perfume? ¿En qué huevo y en qué alambique, Cattiaux, amigo mío, has destilado la esencia sutil que se llama el Perfume? ¿De dónde viene esta poesía que tiene por nombre Perfume de Verdad?
Lanza del Vasto
Noviembre de 1945
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El mensaje Reencontrado,
Lanza de Vasto,
Louis Cattiaux,
Prólogo
miércoles, 15 de junio de 2016
viernes, 18 de diciembre de 2015
jueves, 7 de mayo de 2015
Gold-und Rosenkreuzer Convencion año 1777
La Orden Gold-und Rosenkreuzer (Rosa Cruz de Oro) fue fundada por el alquimista Samuel Richter que en 1710 publicó Die warhhaffte und vollkommene Bereitung des Philosophischen jarras der Bruderschaft aus dem Orden des Gülden-und Rosen-Creutzes ( La Preparación verdadera y completa de la Piedra de los Filósofos por la Hermandad de la Orden de la Rosa Cruz de Oro) en Breslau bajo el seudónimo Sincerus Renatus en Praga a principios del siglo XVIII como un sociedad secreta jerárquica compuesta de círculos internos, signos de reconocimiento y tratados de alquimia. Bajo la dirección de Hermann Fictuld el grupo se reformó ampliamente en 1767 y nuevamente en 1777 debido a la presión política. Sus miembros afirmaron que los líderes de la Orden Rosacruz habían inventado la masonería y sólo ellos sabían el significado secreto de los símbolos masónicos. La Orden Rosacruz había sido fundada en Egipto por "Ormusse" ó "Licht-Weise" que habían emigrado a Escocia con el nombre de "Constructores del Oriente". En 1785 y 1788 la Orden de la Rosa Cruz de Oro publicó el Geheime Figuren o "Los Símbolos Secretos de los Rosacruces de los siglos XVI y XVII".
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